Hoy como desde hace 34 años, este 26 de marzo cala profundo en el alma. Es una molestia, un dolor que se ató en el pecho y que se quedó ahí. Es la voz de la madre frente a una cámara, que pide saber donde están sus hijos, tiene angustia porque no sabe si tienen frío o están enfermos, que encuentra en la prensa su última esperanza y pide con voz quebrada:"¡Ayúdennos!". Es esa voz que he escuchado varias veces, pero que hoy lastima más.
Mi más sentido pésame a los que sufren los asesinatos de la última dictadura. Ni el dolor ni el amor se pueden olvidar.
También brindo el más cálido de los abrazos a los sobrevivientes del terror.
Agradezco a quienes con su tiempo, trabajo y esfuerzo han logrado llevar a cabo los juicios sobre crímenes de lesahumanidad.
Para los que reflexionan en este día sobre el terror de la desaparición forzada de personas, más fácil es el NUNCA MÁS.
Para los que sólo piensan en el futuro y piden que todos miremos hacia adelante, la nueva fundamentación que nació a partir de los enjuiciamientos a los ex represores, mis mejores deseos, buena vida y el ejercicio de conciencia que reclama la historia hace que no volvamos a repetirla. Ojalá nunca tengan que estar en el lado de las víctimas.
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